Todas las bebidas alcohólicas son depresivas en el sentido de que reducen la función del sistema nervioso central. El etanol (el tipo de alcohol que se utiliza en las bebidas) también es psicoactivo y, en pequeñas dosis produce euforia y disminuye las inhibiciones.
La ginebra se ganó la reputación de ser una bebida particularmente depresiva en la primera mitad del siglo XVIII. En ese entonces se destilaba sin ninguna regulación ni control de calidad y los pobres de Londres la bebían en enormes cantidades.