Mal pago recibió Debbie Stevens, una mujer divorciada de 47 años y madre de dos niños, quien donó su riñón a su jefa, pero terminó siendo despedida.
Debbie Stevens ha presentado una demanda ante la Comisión de Derechos Humanos contra su exjefa Jackie Brucia, de 61 años.
Ella contó que supo del mal que aquejaba a Brucia, en junio del 2010, pero que había un posible donante.
Sin embargo, su natural generosidad la llevó a decirle a su entonces jefa que si fuera necesario estaba dispuesta a ser ella la donante.
Debbie Stevens ha presentado una demanda ante la Comisión de Derechos Humanos contra su exjefa Jackie Brucia, de 61 años.
Ella contó que supo del mal que aquejaba a Brucia, en junio del 2010, pero que había un posible donante.
Sin embargo, su natural generosidad la llevó a decirle a su entonces jefa que si fuera necesario estaba dispuesta a ser ella la donante.
Fue en enero del 2011, cuando recibió una llamada. Era Brucia que le había tomado la palabra y le pedía ayuda para salvar su vida.
"Claro, sí", fue la respuesta de Debbie. "Ella era mi jefe, yo la respetaba. Yo no quería que se muriera", comentó.
Ella sentía que era reconfortante poder donar su riñón izquierdo para volver a la vida a otra persona. Sin embargo, el órgano terminó en St. Louis, Missouri, en el cuerpo de otra persona desconocida.
Al parecer, su riñón no era compatible con el de su jefa, por lo que los médicos se lo dieron a otro paciente y a Brucia la colocaron en lista de espera.
Stevens empezó a sentir molestias en las piernas y problemas digestivos tras la cirugía en agosto de 2011. Entonces llamó a Brucia para reclamarle, pero nadie contestaba sus llamadas.
En la demanda precisa, que lo que más la impulsó a demandar no fue el que fuera despedida, sino también el que Brucia haya sido vista totalmente sana, saliendo de una limosina con vasos de plástico y una botella de champán.
"Claro, sí", fue la respuesta de Debbie. "Ella era mi jefe, yo la respetaba. Yo no quería que se muriera", comentó.
Ella sentía que era reconfortante poder donar su riñón izquierdo para volver a la vida a otra persona. Sin embargo, el órgano terminó en St. Louis, Missouri, en el cuerpo de otra persona desconocida.
Al parecer, su riñón no era compatible con el de su jefa, por lo que los médicos se lo dieron a otro paciente y a Brucia la colocaron en lista de espera.
Stevens empezó a sentir molestias en las piernas y problemas digestivos tras la cirugía en agosto de 2011. Entonces llamó a Brucia para reclamarle, pero nadie contestaba sus llamadas.
En la demanda precisa, que lo que más la impulsó a demandar no fue el que fuera despedida, sino también el que Brucia haya sido vista totalmente sana, saliendo de una limosina con vasos de plástico y una botella de champán.