Desde hace muchos años, la utilización del piercing oral – lingual, labial y en el frenillo – se ha transformado en una forma de expresión estética y modificación corporal común entre los jóvenes. Sea para manifestar una posición política y cultural o solamente para embellecerse, existen, sin embargo, riesgos que conllevan su colocación y que uno debe tener en cuenta antes de hacerlo.
Las perforaciones en la boca pueden causar dolor, hinchazón, infección, babeo, pérdida del sabor y de las piezas dentales, cicatrices y dientes astillados. Por esta razón, el uso de estos adornos en la región oral preocupa a los especialistas por las múltiples complicaciones que presentan sus pacientes y que pueden terminar en problemas graves.
Según un estudio realizado por la Clínica Odontológica de la Universidad Rey Juan Carlos, en España, el 85% de las personas con perforaciones orales que participaron de la investigación presentaron algún daño en estas zonas de la boca. Aunque la mayoría de los dentistas desaconseja estos adornos, si decide hacerlo, es importante que conozca los problemas relacionados que podría experimentar.
Contagio de enfermedades: Al someterse al procedimiento de colocación de un piercing oral se está corriendo el riesgo de contraer enfermedades infecciosas como la hepatitis B, C, y D, Candidiasis, virus Epstein Barr, VHI, entre otros. Eso puede suceder debido a la mala higiene - desinfección y esterilización – del equipo utilizado para realizar la perforación en algunos lugares.
Dientes dañados: Las piezas dentales son las mayores perjudicadas por la presencia de los piercings bucales. El hábito de empujar y jugar con el adorno provoca traumatismos y fracturas dentales. Con el tiempo, los usuarios pueden astillar los dientes, dañar el esmalte o hacer que las encías se retraigan. Las lesiones más frecuentes son fracturas, abrasiones, fisuras, desprendimientos de espículas de esmalte y dolor.
Infecciones: Dado que se trata de un lugar que aloja millones de bacterias, estas complicaciones son muy comunes. La concentración de microrganismos suele aumentar alrededor del área de punción, y si la persona no realiza una higiene bucal impecable durante los primeros meses tras la perforación, el riesgo de infección es bastante elevado.
Daño en los nervios y sangrado: Si la zona perforada alcanza el nervio, el usuario podría perder la sensibilidad alrededor del adorno. Además, la región oral contiene una gran cantidad de vasos sanguíneos, y su perforación puede originar un sangrado prolongado.
Dificultad con la función oral: Los piercings orales, especialmente el lingual, pueden estimular la producción de saliva y cambiar la estructura bucal, lo que suele causar problemas para hablar, masticar o tragar.
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Las perforaciones en la boca pueden causar dolor, hinchazón, infección, babeo, pérdida del sabor y de las piezas dentales, cicatrices y dientes astillados. Por esta razón, el uso de estos adornos en la región oral preocupa a los especialistas por las múltiples complicaciones que presentan sus pacientes y que pueden terminar en problemas graves.
Según un estudio realizado por la Clínica Odontológica de la Universidad Rey Juan Carlos, en España, el 85% de las personas con perforaciones orales que participaron de la investigación presentaron algún daño en estas zonas de la boca. Aunque la mayoría de los dentistas desaconseja estos adornos, si decide hacerlo, es importante que conozca los problemas relacionados que podría experimentar.
Contagio de enfermedades: Al someterse al procedimiento de colocación de un piercing oral se está corriendo el riesgo de contraer enfermedades infecciosas como la hepatitis B, C, y D, Candidiasis, virus Epstein Barr, VHI, entre otros. Eso puede suceder debido a la mala higiene - desinfección y esterilización – del equipo utilizado para realizar la perforación en algunos lugares.
Dientes dañados: Las piezas dentales son las mayores perjudicadas por la presencia de los piercings bucales. El hábito de empujar y jugar con el adorno provoca traumatismos y fracturas dentales. Con el tiempo, los usuarios pueden astillar los dientes, dañar el esmalte o hacer que las encías se retraigan. Las lesiones más frecuentes son fracturas, abrasiones, fisuras, desprendimientos de espículas de esmalte y dolor.
Infecciones: Dado que se trata de un lugar que aloja millones de bacterias, estas complicaciones son muy comunes. La concentración de microrganismos suele aumentar alrededor del área de punción, y si la persona no realiza una higiene bucal impecable durante los primeros meses tras la perforación, el riesgo de infección es bastante elevado.
Daño en los nervios y sangrado: Si la zona perforada alcanza el nervio, el usuario podría perder la sensibilidad alrededor del adorno. Además, la región oral contiene una gran cantidad de vasos sanguíneos, y su perforación puede originar un sangrado prolongado.
Dificultad con la función oral: Los piercings orales, especialmente el lingual, pueden estimular la producción de saliva y cambiar la estructura bucal, lo que suele causar problemas para hablar, masticar o tragar.
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