Su nombre es Tom Staniford, tiene 23 años y el síndrome que sufre hace pensar el volver a utilizar la manida expresión “ojalá yo no engordara”. Y es que lo que le ocurre a este británico es precisamente eso, no puede engordar, pero lejos de ser una bendición es un importante hándicap en su vida.
Debido a la mutación de un gen, Tom no puede acumular grasa bajo su piel. Así, carece de masa en extremidades y cara, con lo que el riesgo de rotura de sus huesos en una caída es mayor que en una persona normal. Pese a su delgadez extrema, su cuerpo actúa como si fuera obeso, sufriendo diabetes de tipo 2.
Tras nacer con el peso de un niño normal, a lo largo de su infancia fue perdiendo la grasa de las piernas, brazos y cara, debido esa mutación. Durante años, ningún médico pudo explicar por qué le sucedía esto y no fue hasta hace poco tiempo cuando los expertos pudieron identificar en su ADN un gen mutante responsable de este extraño síndrome denominado MDP y que sólo tienen ocho personas en todo el mundo.
Esta extraña enfermedad no le ha impedido, sin embargo, llegar a ser un deportista de élite -es ciclista paralímpico y se prepara para participar en los Juegos de Río de 2016- y mantener una vida más o menos normal, aunque asegura que el camino no ha sido fácil: “Sólo tengo el 40% de músculos que cualquier otro hombre y me cuesta metabolizar el azúcar y carbohidratos. También me cuesta recuperarme más debido a que no tengo una fuente de energía como el resto”.
Debido a la mutación de un gen, Tom no puede acumular grasa bajo su piel. Así, carece de masa en extremidades y cara, con lo que el riesgo de rotura de sus huesos en una caída es mayor que en una persona normal. Pese a su delgadez extrema, su cuerpo actúa como si fuera obeso, sufriendo diabetes de tipo 2.
Tras nacer con el peso de un niño normal, a lo largo de su infancia fue perdiendo la grasa de las piernas, brazos y cara, debido esa mutación. Durante años, ningún médico pudo explicar por qué le sucedía esto y no fue hasta hace poco tiempo cuando los expertos pudieron identificar en su ADN un gen mutante responsable de este extraño síndrome denominado MDP y que sólo tienen ocho personas en todo el mundo.
Esta extraña enfermedad no le ha impedido, sin embargo, llegar a ser un deportista de élite -es ciclista paralímpico y se prepara para participar en los Juegos de Río de 2016- y mantener una vida más o menos normal, aunque asegura que el camino no ha sido fácil: “Sólo tengo el 40% de músculos que cualquier otro hombre y me cuesta metabolizar el azúcar y carbohidratos. También me cuesta recuperarme más debido a que no tengo una fuente de energía como el resto”.