¿Alguna vez sentís que tu pareja sabe exactamente cómo sacarte de quicio? O, sin importar lo que digas, ¿él/ella pierde los estribos?
No es divertido discutir con alguien que te importa, y sin embargo, lo hacemos con demasiada frecuencia. Incluso cuando parece que fue el otro el que empezó, sabemos que contribuimos con ciertas cosas. El primer paso para cambiar, es reconocer estos detalles.
Aquí hay cinco errores comunes que se suelen cometer en la comunicación con los seres queridos:
1. Te ponés a la defensiva. Tu pareja plantea un problema y vos te sentís incomprendida y acusada. Porque parece injusto, en lugar de intentar entender profundamente lo que tu pareja está diciendo, vos rechazás inmediatamente su punto y te negás a admitir cualquier deficiencia. La misión se vuelve probar tu inocencia. Está en la naturaleza humana querer protegerse de los ataques, pero mientras estamos en ese “modo”, temporalmente la supervivencia emocional es mucho más importante para nosotros que la conexión con los demás. Los terapeutas llaman a esto un “estado activado”, y si bien es una reacción común a ser criticado, la manera en que respondés a tu pareja en ese estado es probable que la hiera, y así el círculo vicioso continúa.
2. Cambiás el tema. Cambiar de tema es una forma popular de desviar el hecho de que alguien se siente frustrado con vos, o simplemente se busca evitar la incomodidad emocional de tener que hablar de algo difícil. Si cambiar de tema no funciona, hacer una lista de tus propias quejas es otra forma común de distraer la atención de lo que te dijeron. Sea cual sea tu reacción típica ante un conflicto, es probable que derive de un modelo que has aprendido en la infancia, y si bien puede haberse desarrollado por un motivo de auto-protección, puede ser hora de ejercitar algunos otros nuevos “músculos emocionales”.
3. Ofrecés una solución sin realmente escuchar el problema. Es difícil escuchar cuando te sentís como si ya supieras la respuesta al dilema de tu pareja. Si él/ella simplemente siguiera tu consejo, todo desaparecería, ¿no? Pero salir con una solución al problema de tu pareja es rara vez el motivo por el que él/ella quería hablar con vos. Lo que tu pareja realmente está buscando es empatía: la comprensión de la carga y tu voluntad de ayudarlo/a a llevarla.
4. Esperás que tu pareja te lea la mente. Cuando querés algo, podés llegar a pensar que tu pareja debería saber cómo te sentí y lo que buscás que él/ella haga al respecto. Podés llegar a creer que vos no deberías tener que decirle lo que deseás, porque así, su ayuda tendría menos valor. Leer la mente también se aplica cuando pensás que sabés lo que tu pareja va a decir a continuación, o asumir que podés adivinar su intención o motivación.
5. Actuás sin esperanza. Si esta no es tu primera vez en el ciclo de la discusión, es posible que caigas en la idea de que has “intentado todo” y que “nada funciona”. Uno se siente como la víctima de la tiranía de su pareja. En respuesta, te callás o te resignás a tu destino. Esta es otra manera de proteger tus sentimientos que tiene el efecto secundario de provocar inseguridades en tu pareja y así obstaculizar el camino de la búsqueda de soluciones reales.
¿Qué podés hacer?
Lo más importante a recordar es reconocer y validar los sentimientos de tu pareja. Querrás encontrar algo de verdad en lo que te está diciendo, incluso si no estás de acuerdo con todo. Si las declaraciones de tu pareja no tienen sentido para vos, hacé preguntas suaves para obtener más información. En vez de ladrar de nuevo “¿qué se supone que significa eso?”, pedí que te digan más. Al hablar, expresá tus sentimientos lo más honestamente que puedas, pero empezá las frases con “yo siento…” en lugar de “sos…” o “vos…”.
Incluso si estás enojado y molesto, tratá de transmitir una actitud de interés y respeto en lugar de ceder a la tentación de ser condescendiente. A menudo, sólo encontrar algo positivo que decir sobre el punto de vista de tu pareja puede recorrer un largo camino. Mientras que vos no podés controlar lo que tu pareja te dice, hay cosas que sí podés hacer para mejorar tus interacciones, y más experiencias positivas, con el tiempo mejorarán tu reactividad emocional.
No es divertido discutir con alguien que te importa, y sin embargo, lo hacemos con demasiada frecuencia. Incluso cuando parece que fue el otro el que empezó, sabemos que contribuimos con ciertas cosas. El primer paso para cambiar, es reconocer estos detalles.
Aquí hay cinco errores comunes que se suelen cometer en la comunicación con los seres queridos:
1. Te ponés a la defensiva. Tu pareja plantea un problema y vos te sentís incomprendida y acusada. Porque parece injusto, en lugar de intentar entender profundamente lo que tu pareja está diciendo, vos rechazás inmediatamente su punto y te negás a admitir cualquier deficiencia. La misión se vuelve probar tu inocencia. Está en la naturaleza humana querer protegerse de los ataques, pero mientras estamos en ese “modo”, temporalmente la supervivencia emocional es mucho más importante para nosotros que la conexión con los demás. Los terapeutas llaman a esto un “estado activado”, y si bien es una reacción común a ser criticado, la manera en que respondés a tu pareja en ese estado es probable que la hiera, y así el círculo vicioso continúa.
2. Cambiás el tema. Cambiar de tema es una forma popular de desviar el hecho de que alguien se siente frustrado con vos, o simplemente se busca evitar la incomodidad emocional de tener que hablar de algo difícil. Si cambiar de tema no funciona, hacer una lista de tus propias quejas es otra forma común de distraer la atención de lo que te dijeron. Sea cual sea tu reacción típica ante un conflicto, es probable que derive de un modelo que has aprendido en la infancia, y si bien puede haberse desarrollado por un motivo de auto-protección, puede ser hora de ejercitar algunos otros nuevos “músculos emocionales”.
3. Ofrecés una solución sin realmente escuchar el problema. Es difícil escuchar cuando te sentís como si ya supieras la respuesta al dilema de tu pareja. Si él/ella simplemente siguiera tu consejo, todo desaparecería, ¿no? Pero salir con una solución al problema de tu pareja es rara vez el motivo por el que él/ella quería hablar con vos. Lo que tu pareja realmente está buscando es empatía: la comprensión de la carga y tu voluntad de ayudarlo/a a llevarla.
4. Esperás que tu pareja te lea la mente. Cuando querés algo, podés llegar a pensar que tu pareja debería saber cómo te sentí y lo que buscás que él/ella haga al respecto. Podés llegar a creer que vos no deberías tener que decirle lo que deseás, porque así, su ayuda tendría menos valor. Leer la mente también se aplica cuando pensás que sabés lo que tu pareja va a decir a continuación, o asumir que podés adivinar su intención o motivación.
5. Actuás sin esperanza. Si esta no es tu primera vez en el ciclo de la discusión, es posible que caigas en la idea de que has “intentado todo” y que “nada funciona”. Uno se siente como la víctima de la tiranía de su pareja. En respuesta, te callás o te resignás a tu destino. Esta es otra manera de proteger tus sentimientos que tiene el efecto secundario de provocar inseguridades en tu pareja y así obstaculizar el camino de la búsqueda de soluciones reales.
¿Qué podés hacer?
Lo más importante a recordar es reconocer y validar los sentimientos de tu pareja. Querrás encontrar algo de verdad en lo que te está diciendo, incluso si no estás de acuerdo con todo. Si las declaraciones de tu pareja no tienen sentido para vos, hacé preguntas suaves para obtener más información. En vez de ladrar de nuevo “¿qué se supone que significa eso?”, pedí que te digan más. Al hablar, expresá tus sentimientos lo más honestamente que puedas, pero empezá las frases con “yo siento…” en lugar de “sos…” o “vos…”.
Incluso si estás enojado y molesto, tratá de transmitir una actitud de interés y respeto en lugar de ceder a la tentación de ser condescendiente. A menudo, sólo encontrar algo positivo que decir sobre el punto de vista de tu pareja puede recorrer un largo camino. Mientras que vos no podés controlar lo que tu pareja te dice, hay cosas que sí podés hacer para mejorar tus interacciones, y más experiencias positivas, con el tiempo mejorarán tu reactividad emocional.