Hablarle a los bebés como a los adultos y utilizar una sintaxis y un vocabulario complejos permite un mejor desarrollo de su cerebro y les servirá para aprender a lo largo de toda su vida, afirman investigadores.
En efecto, cuando un padre recurre a una voz aguda o cuando canta llama la atención de su bebé, pero para que aprenda es preferible que le hable como a un adulto.
“No se trata solamente de acumular vocabulario, también es necesario que ese vocabulario sea de calidad”, explicó este jueves Erika Hoff, psicóloga de la universidad Florida Atlantic, durante la conferencia anual de la Sociedad Estadounidense para el Avance de la Ciencia (AAAS por su sigla en inglés), en Chicago.
“La palabra (de los padres) tiene que ser rica y compleja”, agregó. Más aún: hablarle a los bebés reviste una importancia tal que los niños salidos de medios en los que la palabra está menos elaborada tienen peores resultados escolares.
Y esas diferencias también son evidentes en las estructuras cerebrales de los niños, según Kimberly Noble, neuróloga y pediatra en la universidad Columbia de Nueva York.
Noble y sus colegas compararon los cerebros de niños que viven en contextos desfavorables con los de quienes tienen padres con estudios superiores, y encontraron diferencias entre los sistemas cognitivos que dirigen la sociabilidad y la memoria.
Las diferencias más flagrantes, no obstante, concernían a la parte del cerebro que condiciona el desarrollo de la palabra.
“Al crecer, los niños salidos de medios más acomodados dedican una mayor parte de su cerebro a esas regiones”, destacó Noble.
Anne Fernald, psicóloga de la universidad Stanford, expuso los resultados de un estudio realizado con un grupo de niños hispanoparlantes de medios desfavorecidos.
Arnald grabó las conversaciones que escuchaban los niños durante una jornada y se dio cuenta de que los niños apenas escuchaban conversaciones periféricas entre sus padres. El verdadero aprendizaje, según ella, proviene de la palabra que se les dirige directamente a ellos.
En efecto, cuando un padre recurre a una voz aguda o cuando canta llama la atención de su bebé, pero para que aprenda es preferible que le hable como a un adulto.
“No se trata solamente de acumular vocabulario, también es necesario que ese vocabulario sea de calidad”, explicó este jueves Erika Hoff, psicóloga de la universidad Florida Atlantic, durante la conferencia anual de la Sociedad Estadounidense para el Avance de la Ciencia (AAAS por su sigla en inglés), en Chicago.
“La palabra (de los padres) tiene que ser rica y compleja”, agregó. Más aún: hablarle a los bebés reviste una importancia tal que los niños salidos de medios en los que la palabra está menos elaborada tienen peores resultados escolares.
Y esas diferencias también son evidentes en las estructuras cerebrales de los niños, según Kimberly Noble, neuróloga y pediatra en la universidad Columbia de Nueva York.
Noble y sus colegas compararon los cerebros de niños que viven en contextos desfavorables con los de quienes tienen padres con estudios superiores, y encontraron diferencias entre los sistemas cognitivos que dirigen la sociabilidad y la memoria.
Las diferencias más flagrantes, no obstante, concernían a la parte del cerebro que condiciona el desarrollo de la palabra.
“Al crecer, los niños salidos de medios más acomodados dedican una mayor parte de su cerebro a esas regiones”, destacó Noble.
Anne Fernald, psicóloga de la universidad Stanford, expuso los resultados de un estudio realizado con un grupo de niños hispanoparlantes de medios desfavorecidos.
Arnald grabó las conversaciones que escuchaban los niños durante una jornada y se dio cuenta de que los niños apenas escuchaban conversaciones periféricas entre sus padres. El verdadero aprendizaje, según ella, proviene de la palabra que se les dirige directamente a ellos.